sep
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Luego
de dos muy bien acogidas entregas de “EL BARQUISIMETO QUE CONOCÍ Y EL QUE ME
CONTARON…”, y ante la sugerencia de amigos y lectores, hoy –en homenaje al aniversario
de la ciudad- El Informador y este periodista,
intentamos de nuevo “refrescar” la visión de ese Barquisimeto de ayer, en el
deseo que recordemos juntos la historia pequeña de esta gran ciudad
cumpleañera.
De
ese Barquisimeto donde a nadie se le ocurría que iban a existir celulares; es
más, donde acceder a una línea telefónica tomaba meses…y los muchachos de la
época se conformaban con “armar” un “teléfono” para jugar con dos vasos de cera
“Dixie” amarrados con un guaral, que servían entonces de novedosa herramienta
de comunicación. Donde los aparatos de TV requerían de alguien capaz de
“monear” el techo para ajustar la antena, y así poder obtener mejor imagen. El
“ayudante de cocina” era casi que un objeto de ciencia ficción. El “Melamine”, príncipe
en las vajillas de diario cuando era el producto estrella de Plastilara. Los
carros más modernos, ostentaban el estar equipados con un pequeño ventilador
detrás del volante, y un pick-up de “discos 45” que desentonaba al caer en un
hueco, como evidencia de alta tecnología. Y cuando para los conductores cruzar
o detenerse era necesario “sacar la mano” y hacer la seña respectiva. Las
“portañuelas” de los pantalones (vulgo bragueta) eran de botones. En los cortes
de pelo estaba de moda en los hombres el llamado estilo francés, el militar… y
en las damas la “permanente”. Era usual
ver las “bicicletas de reparto”. Y los juegos, nada que ver con la virtualidad
de hoy…apenas el “escondido”, el “yo-yo”, el “gurrufío”, el “trompo”, las
metras –burronas incluidas-, la zaranda,
la dama china, el Ludo, la cuerda, la semana y el avión con una piedrita
empujada con el pié a través de un gráfico dibujado en el piso con tiza, …las
niñas se desvivían por el “Bebé querido” y las de mayores recursos por unas
bellísimas muñecas españolas, los Yakis, se bautizaban las muñecas. Recuerdo
que en Bararida casa del Dr. Domínguez, Beatriz era de las mejores anfitrionas
de esos bautizos…los varones con un “carrito” construido con un carrete de
madera donde venían los hilos “elefante”, un “cabo” de vela”, una liguita, y un
“palito”…. con soldaditos, caballos, trencitos y figuras del oeste…nada de
muñecos como ahora, pues era “tentar” al diablo con la orientación sexual del
varón…de ese Barquisimeto que disfrutaba a plenitud las naranjadas, el Toddy vitaminado y las barquillas que
vendían en estacionamiento de Sears en la Avda. 20 c/c la 25, o comía pasteles
de manzana calienticos en La Vienesa en la 19…que se deslumbró con las fuentes
de Soda CADA en la 28 y en la Vargas, con lo “internacional” del Pin Lara en la
Avenida Morán…o descubrió una hamburguesa a lo barquisimetano en el Palacio de
las Hamburguesas. O llegaba hasta el final de la Avda. Lara, donde hoy es El
Tiuna, y se comía par de arepas bien resueltas… y no “pelaba” los LP de Peret,
Piñero, Emilita Dago, Memo Morales, Rafa Galindo, Pérez, Monterey, Chico Salas,
Pirela, José Luis…entre otros, en los picoteos, llamados también “arroces”. Y
llevaba su envase para que donde los Silva se lo llenaran de suero por un
Bolívar. Que compraba pan y jamón para entregarse tres días al Venemaratón. O
encargaba arepas de maíz, a las viejitas que estaban al lado de la Iglesia La
Paz para desayunarse, cuando nadie conocía la harina pre-cocida. Y el Círculo
Militar hacía saraos domingueros donde rifaban –creo que a través de un bingo-
un Hillman Imp (distribuido por Bermúdez Herrera en la Plaza Lara) que en
alguna ocasión se ganaron mis fraternos Nelson Malavé y Juan Carlos (Kako)
Tamayo. El comportamiento social estaba lleno de regulaciones que, si bien no
escritas, establecían conductas de “obligatorio cumplimiento”. Para las damas
ir a misa sin velo o sin mantilla, era una ofensa a la casa del Señor. Los
pantalones, una provocación satánica!. Las sandalias doradas, etiqueta del
vergonzante oficio practicado. Hasta “los 15”, en ellas se imponían las “medias
tobilleras” y los “vestiditos imperio”. Y ayayayyy que a escondidas alguna se
atreviera a “sacarse” las cejas o a pintarse las uñas, los labios, las
mejillas…porque había inmediatamente consejo familiar de “juzgamiento” y
sanción “frente a la violación de los códigos mínimos de decencia y
comportamiento”. Los hombres machos, machotes, usaban solo colores serios en
las camisas. Nada que ver un rosado, un fucsia, un vino tinto. Eran de “pelo en
pecho”…nada que ver con el hoy depilado de moda!. Las cosas cambiaron cuando se
impusieron -en los sesenta- unas camisas vaqueras de colores y cuadros
chillones, que todos usaban porque “salían” en la cuña de Marlboro. Luego los
Hippies cambiaron radicalmente usos y costumbres…¿Un zarcillo en la oreja de un
hombre? ¿Secarse el pelo? ¿Hacerse “mechitas”? ¿Una camisa con encajes?...solo
si uno estaba obstinado de la vida y quería que los padres “lo ahorcasen”…o la
canoa le hacía aguas por todas partes. Es más, hubo una época -anterior a la
nuestra- cuando solo se usaba para el aseo “jabón azul” y “jabón de olor”…ya
advertirán ustedes, con cuál ejercía su higiene el hombre de aquel momento. Era
de rigurosa obligación tener una “bata de baño”…un batón hecho del mismo
material que “los paños”, que permitían salir de ducharse al cuarto, sin romper
ninguna regla…porque cuidadito y salir envuelto en una toalla!!. Era de “mala
educación” andar en pijama o “bata” en la casa. Esas eran vestimentas solo para
la intimidad de la habitación. Se tenía una ropa para el colegio, una para la
casa y una “para salir”. El “estreno” era en Semana Santa, o en Navidad…y papá
o mamá escogían lo que se iba a estrenar
a su gusto, y a uno le parecía que eso era perfecto!...nadie protestaba. Las
niñas de mejor posición económica, “estrenaban” los domingos para la misa.
Cuando a los muchachos le “gustaba” alguna joven, se le “declaraban” por carta,
y si ella “era bien pudibunda”...se tomaba al menos 15 días en contestar.
Hacerlo de inmediato, era arriesgarse a ser tomada como casquivana…”sebosa” la
llamaban en esa época. Las “visitas” a “las conquistas” eran de 7 a 9 de la
noche, un par de veces en la semana, y rodeado de casi toda la familia. “Las
salidas”…solo a Misa de 10 de la mañana los domingos, y de allí a Vermouth en
el Cine, con chaperona y todo. “Las exiguas libertades” se daban en las muy
concurridas Misas de Aguinaldo, cuando en alguna oscuridad uno “le robaba” un
beso a la amada…en la mejilla. O en una audacia propia de la pasión juvenil…la
tomaba de la mano!. Los mensajes de amor, o de galantería, casi siempre se
escribían en un libro de “autógrafos” que las jóvenes tenían. En él, se
asentaban lo que hoy pudieran considerarse tremendas cursilerías, pero que en
aquel momento eran de uso cotidiano…una, a modo de ejemplo, escrita en la
última página del librito en cuestión: “quien te quiera más que yo…que firme en
la página siguiente”.
Se
usaba el telegrama para felicitar por el cumpleaños y algún nacimiento. Las
flores, y las serenatas eran un detalle que conmovían también a “la suegra”!.
¿Salir solos una pareja de enamorados a la playa o a una fiesta como hoy?...ni
pensarlo!.. ¿Amigos o amigas con derecho?.. Ave María purísima!!
En
las fiestas, uno primero “solicitaba permiso” a los padres para bailar con
alguna “pavita” de nuestro gusto, y si estos asentían, solo entonces uno la
“sacaba” a bailar…imagínense a un joven de nuestros días, cumpliendo esa
ceremonia!. Además, a lo más que uno llegaba al “intimar”, era bailar
“cachetico pega´o”, o llevarse la mano de “la pareja” al hombro…nada de “perrea
nena, perrea”…y para colmo, en solo una
canción por set, que era cuando la orquesta o el pickup tocaba el único bolero
cada seis “piezas”. En algunas fiestas, incluso, se usaba “el carnet de baile”…para
el control paterno y la limitación de las solicitudes. Nadie, al no más
conocerse, se decía mi amor. Mucho menos besarse en la mejilla. Para esos
“avances”, había que estar comprometido oficialmente!...incluso, se “cruzaban
aros” como para “asegurar” la palabra empeñada. Es más, ni siquiera el
matrimonio civil daba derecho a alguna intimidad, se les recordaba que “están
casados, solo de la cintura para arriba”….No se proferían palabras altisonantes
delante de una dama, ni de persona desconocida, ni de mayores. Era de
“caballeros” abrir la puerta del carro a una dama. “Un caballero siempre le
abre la puerta a una señora, le cede el asiento, el paso, la ayuda a cargar
cosas”… igualito que hoy en día!. “Un
caballero nunca hace preguntas como: "¿Te vas a comer todo eso?",
"Oye amiga comes como un remordimiento...mucho más que un despecho!",
"¿Cuántos años tienes?" …pues "a una mujer no se le pregunta a
dónde va, de dónde viene, ni la edad que tiene"…Se le “pedía” la “bendición”
a los padres, los tíos, abuelos, padrinos y hasta a los sacerdotes y no se
“tuteaban” como hoy….los menores aceptaban en silencio respetuoso cualquier
regaño de cualquier mayor…porque si los padres se enteraban que algún
comportamiento mereció una reprimenda de un mayor, entonces ellos también le
regañaban, y hasta podían castigarlos. El maestro era figura de autoridad y
respeto. Impensable contestarle de mal tono. En clases, si entraba alguna
persona, los alumnos debían ponerse de pié y dar los buenos días o las buenas
tardes, y no se sentaban hasta que el maestro no se los indicase. A las
compañeras “ni con el pétalo de una rosa”. Si el papá, mamá, el maestro o
alguna persona mayor llamaba, se debía contestar: “¿señor?”…pues contestar:
“¿qué?” era sinónimo de irrespeto. Si “se encontraba” algún dinero en la calle,
en la bodega…era conminado a regresarlo inmediatamente, so pena de un
“coscorronazo”!. Los padrinos, eran –o a lo mejor solo se sentían- una especie
de “padres alternos”. Estaban pendientes y establecían vínculos afectuosos
permanentes con sus ahijados. El famoso “cachete” –moneda de 5 Bs llamada
también fuerte- era el regalo esperado en cada visita del compadre de papá. Era
irrespetuosamente grave, que un menor se “metiera” en una conversación de
mayores. Que interrumpiera algún diálogo de adultos, por muy banal que éste fuera.
Una mirada penetrante, “un cambio de luz” en la cara de papá o mamá…bastaba
para que uno entendiera que estaba de más.
Por
ello, definitivamente, no hay cosa que motive y una más, que la nostalgia. El
recuerdo es siempre un espacio para compartir gratamente, sobre todo en esta
ciudad donde la historia marginal, es una crónica compartida en la tertulia
familiar…a veces solo en la intimidad del encuentro ocasional. Esta ciudad
donde personajes asidos al desvarío, a la pobreza extrema, a esa evasión de la
razón que trastorna conductas convertidos en poesía, en canción repetida, en
referencia hermosa de una época que no termina de despedirse de la memoria
colectiva; sitios de diversión sana que se fueron con la inseguridad. Un
Barquisimeto que reposa en la memoria, en las vivencias, en el recuerdo de
quienes compartieron este espacio de encuentros, de bonhomía, de apego a lo
poblano que hoy nos negamos a olvidar. Un entrecruce de caminos, de culturas,
de vivencias que nos convirtieron en un gran pueblo lleno de hospitalidad, de
rincones familiares, de sitios de esparcimiento, pero sobre todo en un espacio
para el desarrollo a partir de lo mejor de su gente. Por ello no solo los más
cuerdos tienen lugar en su historia, si no también los irreverentes de la razón
como Richardi fanático de las bebidas espirituosas, Isidra, La Veragacha, quien
en el hombro derecho cargaba una “Marusa” hecha con tripas de caucho llena de
piedras, y en la otra la caña brava con que solía asustar a los muchachos,
aunque a ninguno llegó a hacerle daño;
Pablera, un músico que vendía su arte, tocaba su cuatro y arrimaba el
instrumento para que la gente colaborara con él, entre otros, pincelados por la
musa de Juan Ramón Barrios –quizás nuestro más prolífico compositor con algo
más de 800 canciones grabadas- haciendo de las debilidades o excesos… pasajes
musicales, estrofas para cantos, excusas para serenatas. Al igual que Hilarión
y su inmancable cabo de tabaco de mecha; El Pirrango con su mano metida en la
axila izquierda haciéndola sonar para acompañar su canto; Agapito, que no
Gutiérrez, y su famosa lata; El Caimán,
con su inmensa boca llena de chimó; El Gavilán, Guachirongo, La Loca María...hasta
ese poeta de la pancarta que es Argenis Jiménez en su feroz y hermosa lucha por
su reivindicación, su vida, su inmejorable testimonio de una vertical
consecuencia con su verdad. El inefable “Pastelito”, hombre de verso fácil y de
doble sentido que entusiasmó a más de un aficionado al béisbol con aquello de
“yo conozco un jonronero / que batea muy duro / cuando va para primera /
aprieta muy duro el pasteliiiiiito”. Marquitos el de las natas, los quesos y la
música “enlatada”, asiduo del Palacio Radial. Aquel Fiscal de tránsito llamado
Boletica, que era el terror de los conductores en la Avda. Venezuela.
Medicamentos como el azul de metileno o la violeta genciana para los
“corrimientos” en las encías, aceite vermífugo o sal de uvas picott para la
depuración estomacal. El aceite de bacalao. La emulsión Scott. Optalidón,
Cafenol, Buferín o Conmel para el dolor de cabeza. Mentol Davis.
Entero-vioformo para la “seguidilla”. Old Spice, Yardley o Atkinson como
colonias, sin olvidar la
Jean Marie Farina o la 4711.. Bay Run o Alcoholado Glacial
con el pingüinito para los masajes. Los parches porosos para los dolores. “Los
sobadores” especialistas en la “soba” para cualquier músculo lastimado o
torcedura. Las comadronas signando la llegada de los nuevos barquisimetanos.
Las cajas de detergente con vajillas o avioncitos y hasta cubiertos de regalo.
El azúcar en terrón como una exquisitez para endulzar el café. Los discos de 45
de colores. Los LP. Las rockolas pa´ llorá y bebé. Los radio transistores. Los
pick up. Los picoteos. Los patines Winchester de 4 ruedas de metal. Las reglas
de cálculo que le daban al estudiante una “sapiencia” bien particular.
Cantantes y músicos como Ceferino Romero. Chichito Rosales. Bertica Medina,
Antonio Heredia, Los Incógnitos, Los Trovadores Caroreños, Elías Rivero,
Adrianita, Agapito Gutiérrez, Abraham Ojeda, Los Torrealberos, Tríos y
agrupaciones donde me dicen que el destacado y reconocido colega Juan Bautista
Salas tuvo destacadísima participación. Además de Rafael Miguel López, Napoleón
Arraiz maestro y serenatero, La
Mavare, Juancho Lucena, Antonio Carrillo, Los Segura
importados desde Duaca, Los Románticos llegados para fiestas desde Carora, Napoleón Lucena, Pablo Canela, Petrica
Rosales, Carmen Luisa Albí –La Alondra
Carabobeña- Ana Mercedes Oviedo, María Tescari. El Dúo
Concordia, Los Hermanos Gómez, Los Ases Negros, Pedro Salas, Los Rafas, Los
Criollos de Nueva Segovia, Los Criollos de Lara, el cantante lírico Perucho
Salas, Cheita Quintana, Félix Morón, Bertica Medina, Pastor Sequera, Cheo
Bullones, Lesbia Espinoza en Don Bau, El Trío Tatuaje de Miguel Ángel Barrios,
Luís Enrique quien fue el primer larense en triunfar en Sábado Sensacional y
vender decenas de miles de discos, Ernesto Castillo, Héctor José con Ven Amor,
Picihirilo , Mastacle o Carlos Bereciartu quien después fue alto ejecutivo de
RCTV y quien en las fiestas de Bararida donde las Izaguirre, en la vereda 4,
daba sus primeras notas “encima” de los discos de José Luís Rodríguez y la
Billo´s. El inigualable Oswaldo Daza, y “Tú Me Acostumbraste”. Pedro Hernández,
sus boleros y tangos haciendo vibrar los amaneceres regionales. Juan
Quinchoncho Díaz, el bolerista actual de mejor cadencia. Las fiestas de
Carnaval del Ayarí. Donde las comparsas asistían gratis y tenían derecho a una
botella y a un cotillón, y donde las negritas aparecían haciendo saltar el
pacato pudor de entonces. Luís Moreno, Morenito. Luís Murrieta, Nico Castillo,
mi padre Víctor Barranco Graterol, Luís Barroeta, el Profesor Alvarado, Emilio
Castillo...entre sus muy conocidos presidentes. El Centro Social para la
alcurnia local de la época, gerenciado por el Sr. Pereira, el Club Comercio
vecino de los Sasso recibiendo a Billos, Los Melódicos, Orlando y Su Combo, Los
Corraleros de Majagual; el Country Club con la fiesta de sus quince
quinceañeras con Los Monjes de Caneca como bebida de lujo y Presidente, que era
el guarapo del gordito de Michelena...lo mejor de entonces. El Cuatricentenario, el América, El Círculo
Militar, con los mejores bonches. La gallera de la 23. El Rincón de Lesbia en
el Don Bau, dándole rienda suelta a la bohemia. Elia de Briceño y sus
encuentros en aquel hermoso rincón donde hoy funciona la Universidad Fermín
Toro en Cabudare. Don Tulio Fernández anfitrión de artistas primero en su casa de
Bararida, y luego en La Ñapa… y poeta en su intimidad. El Cubanito en la Vargas introduciendo el
Club Sándwich y la merengada de maní, servida en su propio carro. El Tip Top en
la 20 donde hoy es Casa Monasterios. La parrillita de a 2 Bolívares en la Vargas con la Venezuela junto a la
arepa frita con mortadela y tomate a solo real y medio, y la que recordaba
Jesús Cañizo en la 21 entre 21 y 22. La tostada del Terminal de la Vargas. La del Orquídea en la
45 detrás del Cementerio. Las areperas La California y la 25, donde solía acudir Renny
Ottolina. Las de Patepalo. El carrito de la Panamericana con la
29 y sus famosas arepas de carne molida. El Bigote en el oeste de la ciudad.
Los restaurantes de Pavia, donde el chivo sigue siendo el rey de los fogones.
Mi Juguito en la 17 con la
Avda. Vargas. Los famosos quioscos del Parque Ayacucho y su
Lomo Prensa’ o. Los Carpinteros en la Plaza La Mora. La Cabaña en la Avda. Vargas una de
nuestras primeras marisquerías, cuyo dueño se suicidó en el propio local. El
Abuelo, una cervecería que implantó un estilo de birras que se hizo común. El
restaurante Aurora al lado del mercado en La Concordia con sus platos
de pasta a 1,50 y el bisteak a caballo a 5,00 Bs. La pizzería New York en la Avda. Vargas. El
Tiuna como salón de bailes. El Yara diagonal a La Botella de Bararida, botella
que originariamente era de una marca holandesa (Heineken). La pensión Santa Ana
precursora de El Príncipe. El Restaurante del Negro Blanco frente al Edificio
Nacional, llamado después La
Parrilla de Don Juan cuando el negro se fuera a Duaca a hacer
política, y figuras con las raíces de árboles con gran éxito durante muchos
años. El Restaurante del Hotel Lara comandado por ese cubano que acogió a
Venezuela en el corazón Oscar Maestre, quien nos mostró la primera buena cocina
internacional. El Hotel Rex. El Internacional que fue el primer edificio grande
de la ciudad. El Nueva Segovia que hoy le sirve de sede al rectorado de la UCLA. El Hotel Curumato y
su Salón Azul de Don Emilio Castillo. El Príncipe abriendo la brecha de los
hoteles modernos. La Hostería Obelisco. El Hotel Chama en la Avda. Lara. El
Hotel Comercio en la 20, de Don Amparo Hernández. El hotel Avenida en la Vargas
de Antonio del Reguero Villafañe, propietario también del Instituto Educacional
Venezuela. Restaurantes como El Chicote al comienzo de la Avda. 20, Pizzería Europa y
Restaurant Alegría en la Pedro León Torres. Mi Lechón que comenzó en la 15 y
luego se trasladó a la 20 con la 10 hasta terminar en la Redoma de El Obelisco
en llamas. La Estación del conocido Hilario en la sede del Ferrocarril. El Dragón
de Oro mostrando sus exquisiteces asiáticas en la Avenida Vargas. Un
restaurante árabe en el patio de una casa de familia en la 22 con la Venezuela. El Pollo
a la Broaster
en la Avenida Lara,
a la entrada de la
Urbanización del Este. El Biblo´s en el CC Crisser con su
decoración en azul y blanco. El Eduardo, antigua casa de Gerardo Pérez Lugo
donde hoy funciona V+TV. La Posada del Navegante en la antigua residencia de
los padres de Mariano Briceño, donde hoy funciona la Funeraria Metropolitana.
El Primavera en la que fuera residencia de los padres de Beatriz Helena Álvarez
en la Avda. Lara. El Candil uno de los más grandes sitios para espectáculos en
la Avda. Pedro León Torres. Mi Fogón en la Avda. 20. El Jardín Zulia, palacio de las “frías” y el
dominó, regentado por El Catire en la
Avda. 20 con la calle diez. Los Piconeros donde la gente del
CEDES, la UCO,
UCOLA etc., pasaban los nervios de los exámenes a punta de agarrar el “águila
por el pico”, La Papa
Brava, famosa por servir con “las frías” una papa con un guiso picante…El Cisne
Azul donde se compraba anís o ron a cualquier hora de la noche, allí donde
Fausto antes de salir de Serenata. La Francia, frente al Teatro Juáres. La Perinola. El Cambural
que hacía las delicias de la gente del Lisandro Alvarado y a quienes ese grupo
musical de excelente voces y mejores personas que es Santoral rindió homenaje
en la desaparecida Parrilla del Este de Luís Castillo; así como en La Estación de la Avenida
Lara, lo hacían la gente del San Vicente
de Paúl. El Café Bolívar, el Bar K, El
Ayacucho, La Crema,
El Venezuela, Marazul con su famosa piscina y su concurrida pista de baile, La Morenita, Macuto y sus
paseos y aquella novedad de “poner la rockola a control remoto”…desde la
mismísima pista de baile. La
Plaza de Santa Elena para ensayar serenatas, su fuente de
soda para animarse en la madrugada, y donde se dieron las partidas para las
carreras de carritos YMCA durante mucho tiempo, y mucho campeón nacional e
internacional en la especialidad como Nico y Marcos Castillo y Raúl y Carlos
Giménez… y una discotequita bien privada que estaba al fondo de la misma para
compartir complicidades. La piscina de La Mata, El Mirador El Manzano donde iban a
escaparse los embadurnados de Eros. Sebastián Velasco en su Club Japón organizando
partidas de cartas…era parte del menú de diversión de esa Barquisimeto grande y
hospitalario que hoy nos luce distante. La primer discoteca quedaba en la Avda. Venezuela con la 37, en
la acera norte, se llamaba Las Brujas y realizaba Vermouth bailables. Después
Atenor Iturralde la convirtió en el Club de la Llave. Luego El
Elefante en la misma avenida en las cercanías del cine Venezuela. Después El
Sótano en la Av. Vargas
que con el tiempo se convirtió en El Gato Negro. La Terraza en la Vargas. Constelación
2000 en el CC Río Lama. La Caverna en El Crisser. Pero la más famosa de todas
fue El Safari, ubicada allí en la 17 muy cerca de la casa de COPEI…esa copó
todo el escenario durante muchísimos años. La Boite Las Turas en la Hostería El Obelisco, hospedaje
y centro de grandes eventos en algún tiempo gerenciada por ese destacado
empresario de los medios radiales que es Fredy Andrade Alvarado, con lo último
de la farándula. Las presentaciones en esos ambientes de sendos programas en
vivo a través de las emisoras radiales de manos de Don Napoleón Agreda Herrera
y Don Abraham Jiménez dos catedrales de la radiocomunicación nacional. Rafael
Ángel Segura, el mejor testimonio regional de la empírea, fundando emisoras de
radio, tenerías, entidades bancarias. Amílcar Segura el hermano bohemio
creando, componiendo, convocando cada 31 de Diciembre a la reflexión en los
últimos minutos del año y a quien se debe la Plaza en honor a la Madre frente al Aeropuerto
Internacional de Barquisimeto. Ambos haciendo de la radio un elemento de
desarrollo fundamental en lo económico y en lo cultural. Fundando el Banco de
Fomento y promoviendo el Banco de Lara.
Ellos, quienes trajeron a Agustín Lara, Tito Guizar, Hugo del Carril,
Libertad Lamarque. Ligia Villanueva la gran ejecutiva de la radio haciendo,
creando, en medio de un desarrollo sin precedentes en los medios. Siendo la
primera mujer de responsabilidades gerenciales reconocida en la ciudad. Otto
Javitt Nader Director de Radio Barquisimeto y voz estelar de la radiodifusión nacional,
Rafael Teodoro Chávez el primer productor independiente, con la Matinée del 5 y 6 o el
Plan Purina si camina; Oscar Cumare Mendoza dirigente sindical, productor, y
cantante de éxito, Bismarck Díaz Fuenmayor una recia voz que endulzaba la
audiencia femenina en las noches, Felo Partidas y su gran conocimiento de la
nuevas tendencias musicales, Teodoro Leal Aranda con su voz y su talento al
servicio de la educación en la Academia Los
Andes (primer semillero de la locución regional), Fredy Andrade Alvarado
mostrando orgulloso el gentilicio como imagen de Radio Caracas Televisión,
Víctor Torrealba Leal y su Amanecer Campesino, Luís Batista Mora, Rafael
Palacios López con su voz y su talento haciendo de maestro en el periodismo
radial, Pedro Sánchez Rodríguez, Orlando Fernández Medina consolidando el
periodismo de opinión, José Santos Colmenares poeta y periodista, Pedro Pablo
Alcántara locutor e historiador, también de grandes fans en las noches
barquisimetanas con el Correo (¿o club?) de Las Brujas, el diseñador de Radio
Juventud quien se adelantó a las emisoras de Frecuencia Modulada que después
emularon su estilo a nivel nacional, pintor reconocido, Don José Martínez
Guaidó. Cruz Pantoja Cárdenas, una de las mejores voces de la locución de
siempre. Roger Soto Arrieta, el más respetado de los líderes sindicales del
medio, excelente locutor, llegó a presidir la legislatura regional y hoy dirige
Radio Tricolor. Pedro Pablo Alcántara, Isaac del Moral orientando sobre el
Barquisimeto de siempre. Blas Federico Jiménez de proyección nacional, Ramón
Ramírez de ejecutivo del palacio radial a próspero radiodifusor, Eligio Anzola
Anzola, María Ríos, Germán Lucker, Antonio Vásquez Cárdenas, Rafael Guillermo Zamora. Vladimiro Rivas una escuela
en el periodismo radial. Rafael Palacios López como cabeza de Notidial. Rafael
Montes de Oca. Víctor Manuel Salas y su inefable estilo, Pedro Vides Heredia y
su particular humor, Germán Antonio Roldán, Juan González de grata memoria,
Casta J Riera locutora y maestra, fundadora de los primeros centros de
enseñanza técnica; Manuel Felipe López y
César Brito con Recital del Aire. Elides J Rojas y sus programas deportivos.
Transistor 610 con Pepín Martínez Hidalgo y Napoleón Agreda Herrera. Ese
fenómeno de la radiodifusión regional que fuera Prensa Libre con Víctor
Torrealba Leal, Freddy Andrade Alvarado, Teodoro Leal Aranda, Alexander Freitez
Pulido, El poderoso Chichito Meléndez Arce, Lázaro Aranguren, Pedrito Timaure,
Eglee Herrera, Nancy Vargas, Marcos Coronel Nadal, Lilian Villalobos, Martha
León, Johnny Mujica, Fernando Martínez,.…y decenas de periodistas y locutores
que hicieron escuela en el mismo. Pedro Zárraga Barreto autor de Pipiriguá con
sus programas infantiles, Mireya Fonseca una de nuestras primeras locutoras y
luego periodista de fuste. Elsy San Román, Juan Meléndez Santelíz, Carlos
Vizcaya, Gerardo Brito y su nacionalmente conocido programa Los Venezolanos
Primero, a quien convencí para que lo llevara a la televisión donde repitió su
aceptación; Pino Colantoni con el primer programa en italiano; Ramón Pastor
Guédez, Nicasio Salas, Giovanni Escalona, Humberto Saavedra, William
Bracamonte, Gaudys Lucena, Ulloa Gil, Orlando Asuaje, Manuel Amaro Piña, Mario
Depol...y tantos otros que hoy, injustamente, escapan de mi memoria.
De
igual manera los “polos” (así se llamaban los helados hasta que llegó “la
marchantica” EFE” y los Posicles de Las Nieves y El Polo. Los morochos de fruta
que valían una locha. O La sirena de la Galletera
El Ávila (la de las famosas Galletas María) a las 12 m señalando el medio día, y
la gente persignándose al oírla. El vendedor de majarete, con su vitrinita
blanca con ruedas. El de Alfeñiques con su bandeja llena servidas sobre hojas
de naranja. La Chicha A1.
El ron con jugo de toronja. Las fiestas psicodélicas. La colita Grapette. La
crema soda Marbel. La colita Astor, la Dumbo.
Ir al cine y comprarse un “Aeromints” o una pastilla de menta
“Conversación” para estar con la novia después de la misa de 10. El chicle
bazooka que tenía tatoos para los niños de la época, o una caja de chicles
adam´s de tutifruti que valía solo medio y que una vez vacía uno se le daba al
hermanito necio de la joven que visitábamos, para que la sonara como pito. El
techo corredizo del cine Barquisimeto. La modernidad del cine Venezuela. El
Palco del cine Rialto. Las películas censura X del Teatro Lara. El Autocine
para estar a solas con la que te conté. El Rialto donde se intercambiaban a su
entrada suplementos y novelitas de vaqueros, sobre todo las de Marcial La
fuente Estefanía. Las motos Honda que vendía Don Nico Castillo, la Yamaha de Martíni, las
Bicicletas Raleigh, los relojes Nivada Colorama, los Paper Mate, las Vespa, las
Lambretta, los famosos Gogomovil un carro pequeñísimo que mucho se vendió en la
ciudad. Los relojes Lanco, Mulco, Nivada, Omega. Los banderines que obsequiaban
todas las empresas y que se convirtieron en coleccionables para muchos. Para el buen vestir, La Casa de los Casimires de
Aniello Mónaco, Trajes Paone, El Salón Americano, La Estrella Roja de Yebaile
Manzur, La Rosa Azul
de Antonio Pallota, Dovilla, Blanco y Negro, La
Media Luna, El Pabellón Rojo, Trajes Mens
del hoy fallecido Narciso Tapias, Almacenes Linares, El Palacio de La Seda, La Joya de Occidente, La Perla.
Novedades Gladys. Blanco y Negro. La Media Luna. Calzados Rex. Sears. La
“Lucas”. Casa Consentino, Novedades Japonesa, Joyería Clepsidra para los
grandes regalos. Los zapatos 4 coronas
que se compraban en Cúcuta y eran símbolo de estatus. Las camisas Opus con una
liguita en la cintura. Las Mac Gregor. Los zapatos de patente Calfi Corfan. Los
trajes Mao. Los alfileres de oro atravesando el cuello de la camisa de corbata.
La “pulida” de los zapatos en La
Francia, antes de ir a una fiesta. Los zapatos doble suela.
Los trajes brillantes. Los pantalones tornasol. Las botas. Las camisas tejanas…
el mercado de San Juan. Los zapatos Super. Los Rex. Los US Keds para deportes.
Los pantalones de caqui. Los nacionales de caqui Palo Grande, y los importados
Ruxton. Las damas comprando en Tropicana, Montreal, Selemar... El Chimó El
Vencedor de Don Emilio Castillo, quien junto a Manuel S. Cordero, Nelson Leiba
Tamayo de Vogue, Los Zubillaga y sus farmacias,
López y Villegas de Lovisa, Yayo Severino con La Ibérica y Ferretería
Miranda, Materiales Mendoza, Rafael López, Los Hermanos Segura, Ángel Alberto
Yépez fundando la primera empresa láctea de la región PROLACA. Los Saldivia en
el comercio, Manuel S Cordero en el negocio del combustible. Don Gabriel
Freitez, Don Francisco Luigi con la primera floristería de alto vuelo (El
Parque) y una gran y moderna imprenta; Flores Gloria, Don Víctor José Rodríguez
en el negocio ferretero, Luis Linares en el mercado de las telas, Dorante y
Martínez en el negocio inmobiliario, el Dr. Antonio Jiménez y Casa Agrícola, los
Herrera, Carlos Luís Barrera, los Guillén y Domingo Bravo manejando el negocio
inmobiliario de entonces a través de Agencia Bravo y Agencia Guillén; Amorfiel Martínez, Los Parra, Vicente
Furiati, Ildemaro Guillén, Raúl Azparren, quien con la Fundación de la Sociedad Amigos de
Barquisimeto contribuyó a la creación de instituciones de educación superior y
a otras obras fundamentales para la ciudad. Antonio Bujana, Fiorito, Chaibán,
Cordero Moreno innovando con UNIPREC junto a Antonio Benítez Méndez ex Presidente
del Concejo Municipal, Los hermanos Bustamante liderando las Ópticas, Velazco,
Briceño Ecker, Gómez Peraza, Saldivia, Eduardo Gómez Tamayo, Hermanos Gómez
Sigala, vinculados determinantemente al desarrollo de la prensa y economía
regional y nacional; Faroh, Villegas, Mariano Kossowski pionero de la
televisión regional, primero con sus corresponsalías y luego con sus programas
desde el interior como “Actualidades Terepaima”, “Actualidades Catatumbo” que
dieron paso a PROMAR TV, los Carmona Perera y los Carmona Palenzona en el
diarismo regional, los Sigala, Dieter
Sidow y Omar Montero construyendo el CC Los Leones, José Emigdio Sánchez Ostos,
Anzola, González, Lozada, Vegas, Arispe, los Hermanos Sallusti, el extinto Grupo Lara promotor de Bancos, múltiples
empresas y el Centro Comercial Arca, Rita Betancourt desde el Concejo
Municipal, y la Asociación
de Secretarias, ahora en Las Trinitarias aportando su talento y su don de
gentes a la ciudad, Mirla Alayón recogiendo con su pluma y su sensibilidad día
a día el desarrollo social y sus vaivenes. Fruto Vivas, Herman Garmendia,
Salvador su hermano, Carlos Arbeláez. Beatrice Viggiani. Giuseppe Millito, Dori
Parra de Orellana, Pepi Montes de Oca, Guillermo Luna, Juan y Miguel Romero
Antoni, Said Padua Coronel, Gustavo Jaimes, Monseñor Marceliano Moreno,
Monseñor Marcial Ramírez Ponce, Monseñor Fiol, Monseñor Críspulo Benítez
F, J.M. Pérez Coronel, Omar Díaz
Quiñónez, Argimiro Bracamonte, Francisco Cáñizales Verde, Armando Riera, Carlos
Zapata Escalona, Enio Anzola, Juan Páez Avila, Héctor Mujica, Antonio Herrera;
esa vida de poesía que encendió corazones en la rebeldía de entonces y que
vivía en la vereda 14 de Bararida Argimiro Gabaldón; Domingo Perera Riera, Don
Luís Gallardo esa reserva moral testimonio de una ejemplar vida; Los Cordero
Agreda, los Yépez, Don Elías Saap y su hijo empresario y político destacado, ex
gobernador del estado, Samir Saap Cárdenas. Doña Esmirna de Almao, Vilma
Fernández Valenzuela, entre otros, formaban la fuerza de empuje en la economía
regional. Casas deportivas emblemáticas desde El Salón Mixto, pasando por El
Teide, hasta Polisport de Alexis Saldivia. Ventas de discos como Caribenca
de Carmelo y Benicio. Barberías como
Salvatore en la 25. Petit Trianon de Miguel Ángel Silva. El Estuche de Oro de
Juan Bautista Martínez. Doré de Antonio Méndez. Morán de Juan Bautista
Saavedra. El Fígaro de Aníbal Terán. El Arte Francés. 5 de Julio de Pío Valera.
Elite de Pío Zavarce. La de los Hermanos Tona. Y aquella famosa en la carrera
19 con la treinta y tanto donde cobraban un real parado y real y medio sentado.
También fueron famosos los sitios de diversión adulta, la “zona de tolerancia”.
Llamada entonces los kilómetros, allende el Obelisco. Un personaje, sin dudas,
que referenció esa zona y su actividad fue Mercedes Lobatón quien convirtió sus
negocios en referencia nacional, y en derivación de sustento para decenas de
niños abandonados a quien tomó a su cuidado. La conocían por un imponente
Cadillac color lila que conducía. …Igualmente Amparito. Algunos dicen que La Negra Susana y otros lo
desmienten. Fueron famosos el Kilómetro 1, El Bosquecito, El Bosque El Nuevo
Cari, La Selva,
en particular El 7 Rojo por las atracciones que presentaba y por el ambiente de
lujo que allí se ofrecía. También marcaron a la ciudad, La “Maternidad” Luisa
Cáceres diagonal a la Plaza San Juan. El Hospital Central con los servicios de
General, Privado y semi-privado. Los autobuses rojos, los amarillos (de los
Amaro), los azules; tres líneas que recorrían Barquisimeto por solo un medio.
El fuerte o “cachete” regalo de los padrinos en ocasiones especiales. Los
“carros de plaza” los “por puestos”. Los sacamuelas. Los caramelos de coco. La
ñapa en las bodegas. Los “mediecitos” de plata en las tarjetas de Bautizo.
En
fin, un Barquisimeto para disfrutar que se nos ha ido quedando solo en la
memoria a la espera de ser no solo recordado, sino que recogido para que las
nuevas generaciones se enteren de un ciclo de vivencias que, a manera de vuelo
rasante y que -en esta oportunidad de una nueva publicación en su homenaje- aunque
enriquecido con respecto a las dos publicaciones anteriores, con muchas
omisiones por razones de espacio, a pesar del muy generoso que nuestro diario
ha dispuesto para divulgar la “historia pequeña” de esta gran ciudad…y que
tratamos de abordar en esta edición de El
Informador con motivo del Día de Barquisimeto, testigo de excepción de
estos hechos, y referencia fundamental a la hora de estudiar nuestra historia
cotidiana, ésa escrita por todos… todos los días. Parte del Barquisimeto que he
vivido, y parte del que me han contado. Pero el mismo que, a lo largo de los
años, sigue siendo querencia de propios y extraños…de barquisimetanos y
Barquisimetidos. Ése que a través de
tiempo y con el mejor de los orgullos, nos sigue haciendo exclamar…Ah mundo
Barquisimeto!
Diario El Informador
Especial Aniversario Barquisimeto
13.09.12
Lic Víctor M Barranco C.
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